domingo, 28 de agosto de 2022

Once de agosto.

 

ONCE DE AGOSTO.

Paseas por el Coso el once de agosto y, en un escaparate, te detienes ante un puzzle de fotografías. Por peinados y vestimentas adivinas imágenes de Sanlorenzos ochenteros. Sobre ellas no se ha puesto el tiempo amarillo porque son nuevos revelados de fotos antiguas. A un precio asequible, el dueño de la tienda ofrece a los del baby boom un recorte de nostalgia. Entonces reparas en la de un grupo que baja en la cabalgata, entre risas y gestos burlones. Te suena el rostro de uno con pelo rizado que saca la lengua al cámara; un rostro en el que, dando un respingo, te reconoces. El cincuentón que lo mira diríase un calco del chaval: el pantalón y la camisa blanca, la pañoleta verde y la albahaca; sin embargo, ni por asomo te embutirías ahora en aquella ropa: los kilos han aumentado, de media, uno por cada dos Sanlorenzos transcurridos. Y no sólo el cuerpo ha mudado. ¿Eres el mismo que sonríe al otro lado del cristal? Si veinte años no son nada, ya ni te cuento treintaytantos, pero el tango se equivoca o quizás Gardel mintió a conciencia. Observas al resto. Esas décadas han modificado las fisonomías de aquellos con quienes mantienes el trato y han borrado de la memoria a varios. Serían amigos de amigos, amigas de amigas, forasteros conocidos de alguien que al segundo trago eran uno más y al año siguiente volvían por libre, con esa capacidad de confraternizar que se posee de joven y se amplifica en las fiestas. En un último intento de identificarlos, traspasas el vidrio y revives un paisaje lorquiano de multitud que no vomita, sino que es río desbordado de alborozo, que fecunda las calles de una ciudad constreñida durante cincuenta y una semanas, donde todos se conocen y todo se controla. Aquellos ochenta, explosión del jolgorio en un país que quiere sacudirse la caspa enraizada hasta el tuétano, la movida promovida para que el rebaño se coloque y se descoloque del compromiso social, en España el que no se hace rico es porque no quiere, ya semos europeos aunque censuren a Cuervo ingenuo en la tele. Pero es Sanlorenzo, priman las ganas de disfrutar, peregrinando de peña en peña con el carnet que has sacado, camino del chupinazo, en cualquier mesa de los Porches. De vuelta al presente, qué más da si no reconoces a todos los de la foto, piensas, importa el regusto dulce de lo vivido. Con una sonrisa, dejas a tu yo joven en el escaparate y continúas el paseo, como un príncipe de Salina sin pesadumbre, mientras una campana da las horas en alguna iglesia cercana.

(Publicado en el suplemento especial, por las fiestas de San Lorenzo, de El Diario de Huesca. Agosto de 2022).