martes, 27 de septiembre de 2022

EL PAÑUELO DE ORWELL

    En 2013 escribí esto, a raíz de la subasta del pañuelo de Orwell. 9 años después -y sobre todo en estos últimos meses- constato que ha aumentado esa identificación entre "1984" y la realidad en la que vivo, en especial la deriva de los (supuestos) grandes medios de comunicación. Tal vez sea mi interpretación subjetiva, como bien avisaba el propio escritor, pero me preocupa mucho.

EL PAÑUELO DE ORWELL:
El 3 de octubre subastarán en Londres uno de los pocos fetiches que atesoraría con gusto: el pañuelo que George Orwell llevaba al cuello cuando una bala lo hirió en el frente de Huesca, durante la Guerra Civil. No sabía de su existencia, y menos todavía que alguien lo conservara, con el agujero y la sangre del escritor salpicándolo. Un fetiche en toda regla, vamos.
Por si alguien no lo sabe, Orwell participó en la guerra en las filas del POUM, primero en la sierra de Alcubierre y luego en el cerco de Huesca, durante la primera mitad de 1937. Entre medias, durante un permiso, participó en los sucesos de Barcelona. Narra sus peripecias en un libro magnífico, "Homenaje a Cataluña", que a pesar de su título se desarrolla, principalmente, en Aragón. En esas mismas páginas, escritas nada más huir de España para no ser arrestado por pertenecer al POUM, ya deja claro que la experiencia vivida aquí cambió su visión de la realidad y del socialismo. A partir de entonces surge el Orwell que, en la década siguiente, creó "Rebelión en la granja" y "1984". Se ha insistido mucho en su crítica al comunismo, y con razón si recordamos las delaciones a la policía inglesa en las postrimerías de su vida. Pero a menudo también se olvidan las propias palabras del inglés: "cuidado con mi parcialidad (...) y la deformación que inevitablemente produce el que yo sólo haya podido ver una parte de los hechos. Pero cuidado también con lo mismo al leer cualquier otro libro acerc constituyeron, según él, las milicias, sentencia: "En lugar de desilua de este periodo de la guerra española". Tampoco suele recordarse que, al retratar el "microcosmos de una sociedad sin clases" quesionarme, me atrajo profundamente y fortaleció mi deseo de ver establecido el socialismo".
En cualquier situación polarizada en dos bandos es difícil ser (o pretender serlo) una voz independiente: llueven los palos desde ambos lados. Orwell intentó serlo durante los trece años que sobrevivió a la herida, y si tuvo dificultades por sus opiniones sobre nuestra guerra, la escisión del mundo en dos bloques tras la Mundial no ayudó a leerlo con imparcialidad. A "1984" y su Gran Hermano se le considera la radiografía de la sociedad estalinista. Yo sólo he conocido por referencias una dictadura comunista, pero cuando lo leí me pareció una caricatura amarga de la sociedad capitalista en que vivía. Y esa impresión y sus manifestaciones, coincidentes con las del libro (el control de la gente mediante la tecnología, la división en estamentos, la manipulación de la realidad y de la historia) se acrecienta con el tiempo.
Por eso considero un fetiche a ese pañuelo, perforado por la bala que quiso enmudecer para siempre al escritor y sólo lo consiguió durante un tiempo, aunque sus secuelas lo aniquilaran unos años después, todavía demasiado joven para morir. Además, todo sucedió cerca de mi pueblo, junto al Flumen donde Orwell y yo nos bañamos con unas décadas y unos kilómetros de diferencia, un Orwell acribillado por los tatarabuelos de los mosquitos que desde mi nacimiento me han acribillado y que, a pesar de su promesa, nunca pudo tomar en Huesca el café que tantas veces, a su salud, he bebido en sus bares.
Por eso, dicho sea de paso, considero que 1400 € no es tanto dinero para que alguna institución oscense, el Museo por ejemplo, se animara a comprarlo para exhibirlo al público.