viernes, 29 de abril de 2016

En la mirada del fotógrafo, en la percepción de la realidad que luego se plasma en la imagen, se refleja su forma de ser, el modo en que afronta la vida y el contacto con las gentes que lo pueblan. Si, además de destreza técnica, posee sensibilidad de artista, la capacidad de ver figuras donde la mayoría sólo ve útiles cotidianos, de extraer la belleza de esa realidad circundante o de crearla con los materiales que ésta le concede, surgen fotografías como las que Beatriz Pitarch expone en la sala Koralium, y de la que este corazón es una buena muestra. No se trata de una composición de laboratorio. La amalgama de techos y barandillas recibe a los visitantes que transitan por la estación de tren de Sevilla. Beatriz lo percibió y no dudó en tirarse al suelo, rodeada de pasajeros atónitos, para conseguir la instantánea. ¿Cuántos cientos de miles habremos caminado por esos pasillos sin verlo? Para ello es necesaria la conjunción de atributos personales que ella posee: entusiasmo ante la vida, actitud positiva con las gentes que encuentra a su paso y un punto de desparpajo para no dejar escapar las oportunidades que se le presentan.
Anteayer disfruté visitando la exposición y, si os animáis a verla, seguirá allí hasta final de junio.

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