(Reseña Publicada en la Revista Crisis. Nº 14. Zaragoza. Diciembre, 2018).
CIRUGÍA DE LA LUZ.
“Error de la luz” es la tercera incursión de Sergio Gómez
García en la publicación poética, tras “60
gramos” (VII Premio
Delegación del Gobierno de Aragón. Ed. Aqua. 2011)
y la plaquette “Un
piano silencioso” (La
Herradura Oxidada, 2016). Si en “60 gramos” la
estructura reflejaba el cuerpo humano, el habitáculo físico donde
el individuo desarrolla su personalidad, en “Error de la luz”
asistimos a un recorrido por el universo de la política, entendida
como la relación del individuo con la colectividad, la capacidad (o
incapacidad) de mantener su idiosincrasia en el engranaje social y,
sobre todo, de participar en él. Esta dialéctica entre individuo y
colectivo, entre Epicuro y Cicerón, ya arranca en
las citas del comienzo, donde se contraponen el filósofo
ilustrado Condorcet, que apela a “hombres libres, que no
reconozcan a otro señor que su propia razón” y el nazi
Goebbels y su “gentío salvaje”, del que surgen hombres
“con un hambre gigantesca de luz y salvación”.
La ordenación del libro - 7 partes, de 7 poemas cada una - lo
cohesiona en un todo unitario. El primer capítulo, Manifiesto,
se abre con un poema homónimo que más bien parece un
anti-Manifiesto desde la cita de Gilles Deleuze: “Hace falta
apartarse de la palabra”. La paradoja ya se establece en el
origen: apartarse de la palabra, pero construir versos e ideas con
ella. Para superar esa contradicción, el poeta se impone definir los
conceptos, despojarlos de adherencias connotativas para sacar a la
luz su auténtico significado. A ello se aplica, indagando el papel
del lenguaje en la política, con el verbo poético como herramienta
y los títulos de los bloques marcando la ruta.
El pesimismo crudo, que a veces se convierte en desolación y
desasosiego ante lo descrito, planea sobre la mayoría los poemas.
Pero también, conforme se avanza, surge cierta sorna o humor negro,
como en Sondeo, las dos partes de Libertad y, sobre todo, en las tres
de Rebeldía. Quizás la ironía de un idealista desencantado. Lo
racional se antepone a lo emocional - casi todos los poemas llevan
títulos abstractos – de ahí el uso habitual de la tercera
persona, a menudo del plural, frente al escaso protagonismo del yo.
Por esa dialéctica individuo/sociedad podría definirse como poesía
social, aunque no en el sentido de una visceral acumulación de
consignas enunciadas con sencillez e insertas en un marco expresivo
comprensible para los no habituados a la lírica. Sergio usa
expresiones cotidianas, pero en un marco metafórico. La
personificación de elementos naturales - soles que excavan o llegan
desde otra orilla, la noche que camina-, y el recurso de ciertas
formas físicas como piedras angulares - la omnipresente luz, los
ojos, la lengua - conviven junto a nociones abstractas. Todo bajo una
concisión expresiva, despojada de retórica, que es su voz. En la
potente carga reflexiva, además de en las citas, se nota la
formación filosófica del poeta, profesor de esta materia.
Abundan los poemas cortos y muy visuales, de los que Leviatán
sería un paradigma: tras la cita de Thomas Hobbes - “No hay
convenio con las bestias” – se dice: “la lengua ciega
/sobre la que duermen / lame los ojos / de la bestia que muerde la
luz”. Aquí se percibe el eco de Antonio Gamoneda, con cuya
“Descripción de la mentira” esta obra guarda cierto
paralelismo temático, en cuanto estampa de un tránsito histórico a
través de la visión personal, sin márgenes cronológicos
delimitados, lo que no impide una reconocible ubicación temporal. Si
en el asturiano se retrata lo colectivo a partir de lo íntimo, aquí
se plantea una reflexión sobre ambos términos, encaminada a fijar
la posición del individuo en su entorno.
En “Error de la luz” se agradecen la calidad literaria,
que colma a un lector exigente, y la valentía al abordar temas no
habituales en la lírica: el de la sociedad y los mecanismos que la
sustentan o se generan a su alrededor, el de la participación en los
procesos históricos y el desencanto con las utopías. Trata lo
colectivo desde una mirada individual, pero no individualista;
objetiva, sin caer en lo prosaico. No es poesía de consumo, ni fuego
de artificio que encandila la vista sin dejar poso. Tal vez áspero
al primer contacto, requiere un esfuerzo de lectura plenamente
recompensado después. Uno de esos libros a los que se retornan, como
lector y como ciudadano. Porque, a nuestro pesar o por convicción,
somos ese zoon polítikón tal como lo definiera Aristóteles: seres
condenados a vivir en sociedad y reflexionar constantemente sobre
ella.
Error de la luz. Sergio Gómez García.
Olifante. Ediciones de Poesía. Col. Papeles de Trasmoz.
Zaragoza. 2018.
MIGUEL CARCASONA.
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